Sunday, March 4, 2012


Llegando a la Ciudad.

Son las 4:00 a.m., me ha costado un poco de trabajo acostumbrarme al cambio de horario, solo son 13 horas de diferencia, ya me acostumbraré con el paso de los días. En el vuelo de Seúl a Phnom Penh conocí a mis primeros compañeros de equipo, Mary, Niraj y Chistian (todos de Estados Unidos), arribando al hotel conocimos a Sona (se pronuncia Sonia de Eslovaquia), al día siguiente durante el desayuno a Fernanda (Brasil) y Elke (Alemania)  quienes llegaron un día antes, y finalmente en la tarde arribaron Roland (Francia) y Diego (Español pero que vive en Hungría).

A nuestro arribo a la ciudad nos han tratado muy bien, la gente es amable y te atiende con una sonrisa. Si, hace calor, mucho calor, pareciera como si estuviéramos en la costa junto al mar, sin embargo,  la ciudad esta a tres hora de camino de la costa y junto al rió Kong, pero sirve de escenario para las tardes-noches de camina a lo que podríamos llamar el Malecón y la humedad ni se diga. Después de un agradable desayuno compuesto de  té con leche, pan con mantequilla y frutas y un cóctel de mango, pera, piña y fruta de dragón (que es parecido al kiwi pero de color blanco), vamos a dar nuestra primera caminata a los alrededores, saliendo inmediatamente se percibe un olor a comida proveniente de unos pequeños puestos que están a un lado del hotel. Ofrecen desde pescado seco y dorado, huevos cocidos, algunos vegetales nuevos para mí, y alguno que otro alimento preparado ahí mismo, donde la gente se acerca a comprar y disfrutar su comida. Afortunadamente estamos bien ubicados, estamos cerca del Palacio Real con su estilo oriental y ornamentación budista, caminamos varias calles arriba junto al río, donde vemos de todo tipo de negocios, bares, restaurantes, masajes, ropa, etc. Estamos pues en la zona turística.  Conseguimos comparar agua embotellada (dos botellas de 1.5 litros por 1 dólar, después de regatear el precio un poco y darnos a entender).

El domingo nos llevaron en una camioneta con aire acondicionado a conocer los alrededores, su monumento a la independencia, el mercado Ruso para todo tipo de artesanías,  y finalmente a los campos de exterminio de Choeung Ek (Killing Fields) que durante el régimen de los Khemer Rouge acabo con 1 de cada 4 habitantes en Camboya. A la entrada del recinto te ofrecen un reproductor con audífonos donde puedes escuchar la historia de ese lugar mientras lo recorres y descubres lo horrores ahí perpetrados. Ahora es un lugar dedicado a la memoria de los ahí caídos… hombres, mujeres y niños.

En la noche, nos llevaron a pasear en bote por el río en bote. Teniendo como fondo las luces y el sonido de la ciudad, disfrutamos de una rica cena, compuesta por unos ricos canapés, vino y antes que todo; una rica y delicioso agua de frutas con hielo, mucho hielo…

PD. En unas horas, finalmente conoceremos a nuestros clientes y por supuesto, nuevos amigos…

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